Aunque este tema no tiene que ver con Protección de Datos, creemos que puede ayudaros en el desempeño de vuestro día a día y por eso hoy queremos explicaros qué le pasa a vuestro cerebro cuando meditas.
La meditación es el “pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien”, y también es la “oración o rezo que se hace en silencio, o reflexión intimista sobre algún tema espiritual o trascendente”.
La meditación a lo largo de la historia
Utilizada por grandes pensadores de la historia, filósofos, grandes guerreros, empresarios y millones de personas hoy en día, no solo el Dalai Lama o “El Pensador” de Rodin. Una técnica quizás complicada al principio pero que, una vez dominada, nos ofrece resultados muy beneficiosos, tanto físicos, sentimentales, emocionales y, lógicamente, psicológicos. Fortalece la mente, el cerebro sufre cambios y la vida, en general, comienza a fluir de otra manera.
¿Por qué meditar?
Porque es sencillo, lleva poco tiempo y da buen resultado. A diferencia de lo que piensa la gente, meditar no es “dejar la mente en blanco”. Meditar es reflexionar, organizar la mente, abordar los problemas de manera lógica, buscar soluciones y poner en orden nuestro día.
La meditación debe ser una terapia de autoayuda
De 15 a 30 minutos son más que suficientes para organizarnos y reflexionar. Pensar en nuestro día, que es lo que tenemos pendiente, que hemos hecho y lo que nos queda por hacer. Si tenemos problemas, abordarlos desde una perspectiva lógica y coherente, analizarlos desde fuera con una perspectiva más objetiva. Todo ello nos ayudará a prevenir y reducir nuestra ansiedad y nuestros miedos.
La mejor forma es hacerlo dos veces al día. Como es lógico, al despertar y antes de acostarnos. Al despertar, organizaremos y agendaremos nuestro día, que tenemos planeado hacer, que puede ocurrir ante determinadas situaciones y como actuaremos ante ellas. Si nos levantamos con 20 o 30 minutos de antelación, nos despejamos y nos tomamos un momento para cerrar los ojos, relajarnos en silencio y organizar la “agenda mental”.
Por la noche, cumpliendo con los mismos requisitos de silencio y relajación, realizamos lo mismo, pero analizando la jornada, cuáles han sido los problemas, como hemos actuado o cómo podríamos haberlos afrontado, de nuevo, lógica y coherentemente.
En definitiva, por la mañana nos organizamos y por la noche analizamos. Poco a poco iremos fortaleciendo el cerebro, seremos más estables emocionalmente, tomaremos decisiones lógicas ante determinadas situaciones que ya hemos analizado. Al principio se nos escaparán cosas y solo tendremos un plan A y B, pero poco a poco sacaremos el plan C, plan D, E, F, G y todos los que queramos.
Las evidencias científicas lo demuestran
Para terminar, sirva como ejemplo un caso real de una mujer que practica la meditación. De camino al trabajo, en una rotonda, un camión pesado con la parte trasera del remolque enganchó su coche y comenzó a arrastrarla sin detenerse. Sin titubear, la señora cogió su teléfono, llamó a la Policía, les indicó su situación, el número de matrícula del camión, la posibilidad de que el conductor estuviera bajo los efectos del alcohol por algunas acciones previas y que, tras colgar, enviaría su geolocalización para que pudieran saber exactamente dónde estaba.
Ante una situación así, muchas personas entrarían en pánico y se bloquearían, pero tras practicar la meditación, nuestro cerebro comienza a transformarse y fortalecerse de esta forma, ayudándonos a tomar decisiones en momentos críticos, haciendo desaparecer nuestros miedos, ansiedad y tomar decisiones lógicas.
La cuestión radica en que debemos ser capaces de analizar todas las situaciones posibles:
Analizar todas las posibilidades, respecto de un acontecimiento concreto que está a punto de ocurrir o que previsiblemente ocurrirá, conocer los posibles desenlaces y actuar en consecuencia.